Acerca de nosotros

Nuestra responsabilidad como profesores universitarios va más allá de transmitir contenidos académicos. Debemos conducirnos en todos los ámbitos, también en materia de ciudadanía, con una dignidad y una congruencia tales que puedan adoptarse como referentes por nuestros alumnos y por la sociedad.

Con el deseo de cumplir este deber, los profesores que aquí escribimos damos a conocer nuestras motivaciones para apoyar la candidatura de Enrique Alfaro a la gubernatura de Jalisco.

Este no pretende ser, pues, un espacio neutro de análisis político. Nos proponemos, sí, permanecer fieles a la verdad.

Hemos tomado posición con la más absoluta libertad, sin privilegios que ganar o que perder. Rendimos un testimonio público con la única aspiración de que sea tomado en cuenta por el solo valor de nuestras ideas y porque nos mueve un único interés: Jalisco.

jueves, 7 de junio de 2012


Nunca más tendremos dueños…

Rubén Darío Gómez Arnaiz
Derecho
Twitter: @RubenDarioGA

“El hombre ha nacido libre y por doquiera
se encuentra sujeto con cadenas”
(Jean Jacques Rousseau)



Nuestra Constitución proclama en su artículo 39 que la soberanía reside esencial y originariamente en el pueblo.

Más adelante, en su artículo 41, aclara que el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión y los de los Estados –la democracia representativa supone estos primeros intermediarios–  y que la renovación de éstos se realiza mediante elecciones en las que participan los partidos políticos, segundos intermediarios.

Según la definición constitucional, los partidos son entidades de interés público cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y, como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público. Este es el mandato constitucional de los partidos: ser instrumentos de la soberanía popular en el contexto de una democracia representativa.

Fuera de estas dos o tres pinceladas programáticas, el resto de la normativa constitucional se enfoca en las prerrogativas de los partidos: financiamiento público, acceso a medios de comunicación, duración y tenor de las campañas políticas, instancias de decisión e impugnación, etc.: Un sistema que se replica sin variantes significativas en Jalisco y cuyo hilo conductor es el protagonismo y los privilegios de estos intermediarios.

A la vista del diseño constitucional de nuestra democracia y de su contraste con nuestra realidad, nos preguntamos si es posible acortar la brecha de la soberanía popular, primero logrando una democracia representativa más auténtica y, en último término, viviendo una democracia participativa.

Y es que nos sucede a los ciudadanos lo que a los asistentes a algunos conciertos de jazz contemporáneo. Se supondría que la audición es para nosotros, pero al poco tiempo los músicos son los únicos que se divierten.  Así es, los partidos hacen su política, pactan entre sí sus reglas en su beneficio, eligen sus candidatos y hacen sus campañas. Lo malo es que todo esto lo hacen con nuestro dinero, con nuestras instituciones y casi siempre a nuestro disgusto.

Parecería que no hay mucho que podamos hacer. Son ellos los verdaderos amos de la Nación y de todo cuanto contiene, incluida la propia Constitución que les da vida y la que sería preciso reformar para lograr un cambio de fondo. No es razonable albergar la esperanza de que lo hagan espontáneamente. Aquel medio por el cual se suponía que ejerceríamos la soberanía se ha vuelto contra nosotros.

Ratones eligiendo gobiernos de gatos como en “Mouseland” http://www.youtube.com/watch?v=7fNI5Hnjydo) o un hechizo que se rebela contra su artífice, como en “Aprendiz de Brujo”. El lector elija el argumento. La realidad es la misma: son ellos contra nosotros.

El peor botón de muestra es quizá el binomio corrupción-impunidad.  Los partidos políticos son de hecho las primeras y más eficaces estructuras de impunidad. Los actos de corrupción y las ineptitudes de los políticos entran en “cámara de compensación” y ahí, entre ellos, se silencian y se saldan mediante ecuaciones ocultas. La observancia de la ley se negocia a espaldas y en perjuicio de los ciudadanos, los funcionarios reciben las instrucciones oportunas y la corrupción lo inunda todo, sencillamente porque sus agentes saben que quedarán impunes.

Hoy la ciudadanía que clamaba cambio en Jalisco poniendo sus esperanzas en el PAN se encuentra decepcionada ante la evidencia de que tampoco este instituto político escapa a esta vergonzante realidad.

La preeminencia de los partidos y su degradación son lo que me hace sostener hoy, que lo que está en juego en Jalisco es sobre todo esto: cambiar de dueños o librarnos de ellos.

Me parece evidente que si elegimos a Aristóteles Sandoval, será el PRI quien gane y que, guardadas las proporciones, lo mismo es aplicable al voto por el PAN. Simple diferencia de grado.

En cambio, la opción por Enrique Alfaro sí implica un giro cualitativo. Se trata de la única oferta política genéticamente capaz de vigorizar nuestra soberanía. Me explico.

El triunfo del PRI o del PAN tendría como causa eficiente no el voto de la ciudadanía, sino el conjunto de variables que aun son capaces de inducir ese voto. Entre otras: nuestros propios impuestos operando a su favor, las estructuras partidistas, los aparatos gubernamentales, las redes clientelares, los compromisos, los spots en medios, las encuestas manipuladas y un largo etcétera... La lealtad del gobernante seguiría rendida no a quienes lo votaran, sino a quienes dominan y proveen esas variables.

El triunfo de Enrique Alfaro sería, en cambio, muy difícil de atribuir a una causa que no fuera el despertar de la conciencia ciudadana que este político ha suscitado. No le debería la elección a su partido (virtualmente desconocido en Jalisco) ni a estructuras formales, ni al dinero público, ni a los medios de comunicación ni a poderes fácticos. La causa eficiente seríamos los ciudadanos: el pueblo, diría nuestra Constitución, que se haría escuchar con más fidelidad, con un intermediario menos.

Esta es una hipótesis preocupante para los partidos políticos y muy esperanzadora para la gente. No nos jugamos seis años de gobierno, sino la dignidad y la confianza de los ciudadanos en nosotros mismos. La conciencia de que los ratones podemos librarnos de los gatos, de que el aprendiz de brujo puede aprender la lección y dominar el hechizo.

La victoria de Enrique Alfaro no es puerto de llegada, sino punto de partida. El rumbo: una soberanía más genuina y operativa, base y laboratorio para alcanzar la mayoría de edad en una democracia participativa y, a la postre, mejores gobiernos, espoleados por una ciudadanía que se informa, se respeta y manda.

Hay entusiasmo en Jalisco. A partir de este primero de julio, nunca más tendremos dueños…

3 comentarios:

  1. A partir del primero de julio, tendrá que buscar otro ratón a quien apoyar...

    ResponderEliminar
  2. La gran ventaja de ser libre y no vivir de la política es que no, no tendríamos que buscar a otro ratón...

    ResponderEliminar
  3. Menos mal que lo reconoce, andan tras uno...

    ResponderEliminar