Opinión
Héctor
González Schmal
Fundador
y antiguo Director
de
Posgrados de Derecho
La política,
entendida en su recto significado como el instrumento por excelencia de
participación responsable del ciudadano en la cosa pública, es quizá la
actividad más alta que puede desempeñar el hombre en sociedad.
Los partidos
políticos son los organismos intermedios que en la teoría y práctica democráticas
son indispensables para organizar la participación ciudadana en la consecución
y ejercicio del poder público.
No obstante, es
una percepción generalizada que en los últimos años los jóvenes, en general, se
han sentido poco atraídos al estudio de estas cuestiones y menos aun a la
participación concreta en la vida política, y ello se debe, en mi opinión, a la
explicable desilusión que les ha provocado la desnaturalización y corrupción en
que ha devenido el actual sistema de partidos en nuestro país: desnaturalización
porque de ser medios para agrupar una parte de la ciudadanía en torno a un
catálogo de principios de doctrina y a un programa de gobierno en orden al bien
común, se han convertido en un fin en sí mismos para obtener y retener el poder
por el poder mismo con un irritante sentido patrimonialista, y corrupción
porque se han convertido en meras agencias de colocaciones para satisfacer
intereses personales o de grupo muy alejados del bien común regional y nacional.
En la inédita
coyuntura político-electoral que estamos viviendo en Jalisco, frente a los
acartonados estereotipos de partidos y actores tradicionales, ha surgido en el
escenario para contender por la gubernatura una figura refrescante que con
inteligencia, claridad de ideas y rigor ético ha planteado la posibilidad de un
verdadero cambio y que nos hace recuperar la esperanza en el mejor destino que
merece Jalisco.
Enrique Alfaro
es un joven líder de reconocida eficacia y probidad en su desempeño público que
no ignora ni las dificultades inmediatas para lograr el triunfo electoral
(desde la limitación inequitativa de recursos económicos y mediáticos hasta la
orquestación de toda clase de vituperios), ni tampoco las que enfrentaría de
llegar al cargo. Con realismo y al mismo tiempo con ilusión por un mejor futuro
para nuestro estado ha venido planteando una serie de propuestas sensatas,
innovadoras y valientes, en los principales temas de gobierno que interesan a
nuestra sociedad (seguridad, justicia, economía, educación, pobreza, salud,
igualdad de oportunidades etc.), y ha sabido rodearse de un excelente y
eficiente equipo de asesores que comparte con él la mística del servicio y la
convicción de que el proyecto es posible.
Tenemos, pues, especialmente
los jóvenes, la oportunidad de recuperar nuestro derecho ciudadano a hacer
verdadera política democrática y encauzar a Jalisco en una ruta prometedora,
conscientes de que ese derecho entraña el correlativo deber de continuar
después nuestra participación coadyuvando como ciudadanos, tanto en la implementación
de los nuevos programas que se compadezcan con el bien común, como en el
ejercicio responsable de la crítica constructiva.
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